Vamos a ser directos.
Nos han leído la cartilla.
Bueno, más o menos. Nadie nos ha enviado un burofax (todavía), pero el mensaje ha llegado alto y claro.
Verás, desde que empezamos a publicar artículos en esta web, hemos recibido un montón de mensajes. Emails, comentarios, etc… Y, para qué engañarnos, la mayoría son una pasada.
“Qué buen artículo sobre la última sentencia del Supremo”. “Gran análisis de la reforma, compañeros”. “Enhorabuena, cracks. Un enfoque muy acertado”.
Y claro, a uno se le infla el pecho. Mola. Mola mucho que otros abogados, gente que vive de esto igual que nosotros, reconozcan tu trabajo y te den una palmadita en la espalda.
Pero hace unas semanas, releyendo todos esos mensajes, nos dimos cuenta de algo.
Había un patrón. Una palabra que se repetía demasiado: “compañeros”.
Y ahí saltó la alarma.
La inmensa mayoría de las felicitaciones venían de otros Abogados, de Procuradores, de estudiantes de Derecho…De gente de la tribu, vamos, de los “nuestros”.
Y entonces caímos en la cuenta del error. Un error de principiante.
Estábamos escribiendo para impresionar a nuestros colegas, no para ayudar a nuestros clientes.
Y tú, que eres la razón por la que montamos este despacho y esta web, probablemente leías nuestros titulares y pensabas: “¿Y esto a mí en qué idioma me está hablando?”.
Pues se acabó.
El día que decidimos dejar de hablar en ‘abogadés’
Nuestro propósito siempre ha sido el mismo: acercar la justicia a la gente. Traducir lo que pasa en un Juzgado, lo que dice una sentencia o lo que significa esa cláusula en tu contrato que parece escrita por un egiptólogo.
Queríamos ser ese amigo abogado al que puedes llamar para que te explique las cosas “en cristiano”.
Pero nos perdimos por el camino. Nos pudo el vicio profesional. La costumbre de usar palabras rimbombantes para ser más técnicos.
¿El resultado? Artículos que, sí, eran muy precisos y técnicamente impecables, pero que para entenderlos necesitabas tener a mano el Código Civil y un diccionario de latín.
Y eso no te sirve de nada.
A ti te da igual el pacta sunt servanda. Lo que tú quieres saber es si puedes romper un contrato que firmaste y qué te va a pasar si lo haces.
A ti no te interesa una disertación sobre el iter criminis. Lo que a ti te quita el sueño es saber si ese error que cometiste se considera un delito y qué consecuencias puede tener para tu vida.
Hemos recibido críticas constructivas. Mensajes más sutiles, de gente como tú, que nos decían: “Muy interesante, aunque hay partes que me cuestan un poco”.
Ese “me cuestan un poco” es el tirón de orejas más elegante y más útil que hemos recibido nunca.
Y hemos escuchado.
Por eso, este es nuestro compromiso: a partir de hoy, colgamos la toga en el perchero antes de sentarnos a escribir.
Vamos a cambiar las formas. Porque para hablar de problemas reales, hay que usar un lenguaje real.
Un ejemplo de cómo hemos estado escribiendo y cómo vamos a escribir a partir de ahora:
- Como lo escribíamos antes: “El arrendatario ostenta el derecho de adquisición preferente en caso de enajenación de la vivienda arrendada, pudiendo ejercitar el derecho de tanteo o, en su defecto, el de retracto, conforme a lo estipulado en la Ley de Arrendamientos Urbanos”.
- Como lo vamos a explicar ahora: “Si tu casero quiere vender el piso en el que vives de alquiler, tú tienes derecho a ser el primero en comprarlo. Antes de ofrecérselo a nadie más, tiene que decírtelo a ti, con el precio y las condiciones. Si no lo hace y se lo vende a otro, todavía tienes una oportunidad para reclamar y quedártelo tú pagando ese mismo precio”.
Nuestro nuevo objetivo: que nos entiendas tú, no otro Abogado
Podríamos seguir con mil ejemplos más. Pero creemos que la idea ha quedado clara.
A partir de ahora, en este blog vas a encontrar respuestas directas a problemas reales.
Vamos a hablar de lo que pasa si no te pagan la renta o de si te intentan subir la renta más de lo que deben.
Y lo haremos con palabras que se entienden. Con ejemplos del día a día. Con un único objetivo en mente: que cuando termines de leer un artículo nuestro, sepas exactamente qué terreno pisas y cuáles son tus opciones.
Nuestro objetivo ya no es que un colega de profesión nos dé una palmadita en la espalda.
Nuestro objetivo eres tú.
Queremos que esta web sea una herramienta útil para ti. Un sitio de consulta al que acudas cuando tengas una duda legal y del que te vayas con una respuesta clara.
Así que, te pedimos dos cosas.
La primera, paciencia. Cambiar un hábito tan arraigado cuesta lo suyo. Es posible que algún tecnicismo se nos cuele de vez en cuando. Estamos trabajando en ello.
La segunda, y más importante: danos caña.
Si lees algo y no lo entiendes, dínoslo. Si usamos una palabra rara, dínoslo. Si te quedas con la misma duda con la que llegaste, dínoslo. En los comentarios, por email, como quieras.
Sin piedad.
Porque si no lo entiendes, la culpa es nuestra. Y queremos corregirlo.
Gracias por leernos. Y gracias por la colleja.
Nos vemos en el próximo artículo. Prometemos que lo entenderás.