Defensa ante fondos buitre y gestoras de recobro
Esa carta que has recibido no es una invitación a dialogar. Es el primer movimiento en una partida que no puedes permitirte perder.
Cuentan con tu miedo. Con que no entiendas la jerga legal. Con que te agobies ante la amenaza de un juicio y acabes pagando lo que te piden, sea justo o no.
Existen dos maneras de afrontar esta situación.
La primera es la de quien espera. Quien mete la carta en un cajón, confiando en que se olviden. Quien responde al teléfono intentando dar explicaciones a alguien a quien no le importan. Es una estrategia basada en la esperanza. Y la esperanza, en este negocio, no sirve de nada.
La segunda es la de quien entiende que esto no es una reclamación amistosa. Es un ataque a su patrimonio. Y a un ataque se responde con una defensa profesional.
En nuestro despacho no enviamos respuestas amables. Analizamos la deuda que te reclaman hasta encontrar sus puntos débiles. Buscamos los errores formales, los intereses abusivos, la falta de documentación.
Convertimos su ofensiva en un campo de minas para ellos.
Porque esa gente ha comprado tu supuesta deuda por un precio ridículo. Nuestro trabajo es que el intento de cobrarla les salga muy caro.
Hay quien, ante una amenaza, se esconde. Y hay quien le planta cara.
Nosotros nos dedicamos a lo segundo.
Su negocio se basa en el miedo. El nuestro, en la ley.
Toda la presión que estás soportando se basa en una idea: que te asustes y no hagas nada.
Su poder no está en los tribunales. Está en tu teléfono. En tu buzón. En tu cabeza.
Nosotros no jugamos a ese juego.
Nuestro primer movimiento es sacar la partida de su terreno y llevarla al nuestro.
Les obligamos a dejar de lado las amenazas y a presentar los hechos y las pruebas ante un juez.
Y es ahí, bajo el foco de la ley, donde su estrategia se desmorona. Donde los supuestos “derechos” de cobro se revelan como deudas prescritas, con intereses ilegales o simplemente, imposibles de demostrar.
Su negocio se sostiene sobre un castillo de naipes. Nosotros sabemos dónde está el aire que lo tira abajo.
La decisión es tuya. Puedes seguir viviendo en su historia de miedo o puedes dejar que impongamos la historia real: la que dice la ley.
Si prefieres la segunda, ya sabes dónde estamos.
¿Cuánto cuesta una deuda? ¿Y cuánto cuesta tu tranquilidad?
Esa es la pregunta importante.
Quizá pienses que contratar a un abogado especialista es un coste.
La realidad es que el verdadero coste es un embargo en tu nómina. Una anotación en tus bienes. Años de intereses que convierten una deuda pequeña en un problema gigante.
Nuestros honorarios no son un gasto. Son la única inversión real que te protege de todo eso.
Te ofrecemos un precio cerrado. Claro desde el primer minuto. Sabes perfectamente lo que inviertes en recuperar el control de tu vida.
Lo que es imposible calcular es cuánto te costará enfrentarte solo a una industria que mueve millones a costa del miedo y el desconocimiento de la gente.
Tu problema es la deuda que ellos creen tener. Su problema es la ley que nosotros sabemos usar.
Deudas inferiores a 2.000 €
150€
¿Crees que no merece la pena luchar por una deuda pequeña?
El verdadero coste no son los 1.500 € que te piden.
Es el desgaste mental de cada llamada.
El riesgo de que le lleven al juzgado y ganen.
Consúltanos.
Ya sabes lo que te cuesta nuestra ayuda.
Ahora, calcula lo que te costará no tenerla.
A veces, la decisión más inteligente es invertir en tu propia paz.
Deudas de 2.000 € o más
30%
Te reclaman 5.000 €. O 10.000 €. O 20.000 €.
Tienes dos caminos.
El primero es no hacer nada. Esperar. Y arriesgarte a que un juez te condene a pagar el 100% de esa cantidad, más los intereses que sigan creciendo, más las costas del juicio. Un riesgo incalculable.
El segundo es contratar una defensa experta por un coste fijo y conocido: el 30% de la cantidad que te piden.
No hay sorpresas. No hay variables. Es un número contra otro.
Es la diferencia entre un riesgo que te puede arruinar y una inversión calculada para protegerte.
Tú decides qué número prefieres tener sobre la mesa.
Hay algo más caro que nuestros honorarios: perder el juicio.
¿QUIÉNES SOMOS?
No somos una franquicia de Madrid, somos una familia de abogados de Canarias. Desde 1970, nuestro apellido está en la puerta. Y eso lo cambia todo. Significa que no eres un número de expediente, sino una responsabilidad. Significa que nuestra reputación en Canarias, construida durante más de 50 años, se pone en juego con cada cliente. Por eso nuestro objetivo no es "querer" ganar. Es nuestra única opción.
No vamos a hablarte de nuestra “responsabilidad” o de la “calidad” de nuestro servicio. Vamos a demostrártela.
Cuando nos llames, te cogeremos el teléfono.
Cuando tengas una duda, te la explicaremos en un lenguaje que entiendas.
Y cuando llegue el momento, pelearemos tu caso como si fuera el nuestro.
Hay quien promete confianza. Nosotros preferimos ganarla.
Cuéntanos tu caso. O no.
Lo que escribas aquí lo leerá un abogado, no un comercial.
Si creemos que podemos ayudarte, te lo diremos. Si hay otros que te pueden ayudar mejor, te lo diremos.
No nos gusta perder el tiempo ni hacérselo perder a los demás. La decisión es tuya.

