El teléfono suena. Es tu casero.
Tú piensas que es para algo de la comunidad o una avería, pero te suelta la bomba:
“Oye, que necesito el piso. Tienes un mes para irte.”
O la variante clásica: “Es que se viene a vivir mi hija, que se ha divorciado”. O la de moda: “Voy a vender el piso, así que vete buscando algo”.
Y tú te quedas helado. Empiezas a mirar los precios de los alquileres en Idealista y te entran ganas de llorar.
Respira.
En este despacho familiar, mi padre y yo hemos visto a cientos de inquilinos salir corriendo con las maletas hechas cuando no tenían ninguna obligación de irse.
Te lo digo claro: un contrato de alquiler no se rompe solo porque el dueño quiera.
La ley en España protege muchísimo al inquilino (a ti), pero los propietarios juegan con una ventaja: tu ignorancia.
Saben que no te has leído la Ley de Arrendamientos Urbanos (LAU). Saben que te asusta ir a juicio. Y prueban suerte.
¿Sabías que si te dicen que necesitan el piso para un familiar, tienen que demostrarlo bien y cumplir unos plazos muy estrictos? ¿Y que si luego no lo ocupan en 3 meses, tienen que devolverte el piso y pagarte los gastos de la mudanza?
¿Sabías que si venden el piso, el nuevo dueño a menudo tiene que “comerse” tu contrato hasta que termine?
No te dejes intimidar por un burofax o una llamada a gritos.
Tener las llaves de la casa te da la posesión. Y la posesión es poder.
Antes de renunciar a tu hogar y meterte en una mudanza carísima (en tiempo y en dinero), déjanos ver qué te han dicho. Lo más probable es que podamos frenar el golpe y ganarte años de tranquilidad.
O irte. Pero sabiendo que hiciste todo lo que se podía hacer.
Escríbenos aquí antes de comprar las cajas para la mudanza.
Quieto parado. Esa es la carta comodín de los propietarios. “La cláusula de necesidad”. Pero para usarla, tienen que cumplirse tres cosas sagradas:
No. Tu casa es tu casa. Mientras pagues el alquiler, tú decides quién entra y quién no. Salvo que en el contrato firmaras específicamente que te comprometes a enseñar el piso (y aun así es discutible), no tienes obligación de abrirle la puerta a desconocidos. Dile a tu casero que si quiere enseñar el piso, tendrá que negociar contigo. Quizá a cambio de una rebaja en el alquiler o una indemnización. Si no hay trato, no hay visitas. Así de simple.
Esta es la leyenda urbana más extendida. “Venta quita renta”. Pues no, eso era en la época de los romanos (casi). Hoy en día, en la inmensa mayoría de los casos, el nuevo dueño compra el piso CON el inquilino dentro. Se llama “subrogación”. El que compra el piso se convierte en tu nuevo casero, con el mismo contrato, el mismo precio y los mismos años que te quedaban. No dejes que te asusten con que “el nuevo dueño lo quiere vacío”. Eso es problema del vendedor, no tuyo.
Eso tiene un nombre feo pero real: acoso inmobiliario (o mobbing). Si te cortan la luz, no te arreglan las averías, te insultan por teléfono o te amenazan para que te vayas…Están cometiendo un delito. No borres los mensajes. Graba las llamadas (si tú participas en ellas, es legal). Con esas pruebas, no solo no te vas a ir, sino que podrás denunciarles y pedir daños morales. En cuanto conocen las penas de cárcel por coacciones, las llamadas suelen parar de golpe.
Depende. ¿Cuánto vale tu tranquilidad? Si te ofrecen 1.000 €, es una broma. Una mudanza, la fianza del piso nuevo, la agencia y el estrés valen mucho más que eso. Si el dueño quiere el piso desesperadamente para venderlo caro, tú tienes la llave. Literalmente. Negociar una salida pactada es lícito y a veces lo mejor para todos. Pero no te vendas barato. Te ayudamos a negociar indemnizaciones que realmente te permitan empezar de cero en otro sitio sin perder dinero.
Mucho más del que te dicen. El dueño no puede venir y sacarte de la oreja. Necesita una orden judicial. Entre que pone la demanda, nos oponemos, sale el juicio y dictan sentencia…Hablamos de meses, a veces más de un año dependiendo del juzgado. Ojo, no te digo que te quedes “de okupa”. Te digo que tienes derechos y plazos legales. No tienes que salir corriendo este fin de semana porque él te lo diga. Tienes tiempo para pensar y buscar con calma.
Lo que escribas aquí lo leerá un abogado, no un comercial. Si creemos que podemos ayudarte, te lo diremos. Si hay otros que te pueden ayudar mejor, te lo diremos.
No nos gusta perder el tiempo ni hacérselo perder a los demás. La decisión es tuya.
