En 30 segundos
Imagina la escena: es un martes por la noche y empieza a gotear agua del techo del salón. O de repente, el termo dice “hasta aquí hemos llegado”. El pánico inicial da paso a una pregunta que vale oro: ¿quién paga esto? Este texto es tu salvavidas. Tanto si eres el dueño que alquila su propiedad como si eres el inquilino que vive en ella, entender quién es responsable de qué reparación te va a ahorrar dinero, discusiones y muchos, muchos dolores de cabeza. Es el manual de instrucciones que nadie te dio cuando firmaste el contrato.
Te interesa como propietario
Verás, tu propiedad es una inversión. Y como toda buena inversión, quieres que te dé alegrías, no que se convierta en un pozo sin fondo. Aquí es donde entra el juego de las reparaciones.
La ley es clara: tú, como casero, eres el responsable de mantener la vivienda en condiciones para que el inquilino pueda vivir en ella. Esto se llama “obras de conservación”. Hablamos de cosas serias: arreglar unas tuberías viejas que tienen fugas, actualizar una instalación eléctrica que da más sustos que una película de terror o reparar las humedades que salen por un problema del edificio. Son tus deberes.
Pero, y este “pero” es importante, no tienes que pagar por todo. No te toca a ti cambiar una bombilla, arreglar la cinta de una persiana que se ha roto por el uso diario o desatascar el inodoro. Esas son “pequeñas reparaciones” y le tocan al inquilino. Tampoco tienes que pagar los estropicios causados por un mal uso del inquilino. Si ha hecho un agujero en la pared o ha rayado todo el parqué por arrastrar muebles sin cuidado, la factura va para él. La ley, de hecho, presume que el culpable es el inquilino, y él tendrá que demostrar que no fue así.
Saber esta diferencia es clave. Te permite cumplir con tus obligaciones sin pagar un euro de más y proteger tu propiedad de un mal uso.
Te interesa como inquilino
Pagas tu renta cada mes. Y por ese dinero, tienes derecho a vivir en un lugar seguro y habitable. No es un favor, es tu derecho. Si la casa se cae a trozos, no estás recibiendo aquello por lo que pagas.
Por eso, la ley te protege. Si aparece un problema gordo que no es culpa tuya (el termo deja de funcionar en pleno invierno, hay goteras, la puerta del balcón no cierra y entra un frío que pela), el propietario tiene la obligación de arreglarlo. Y no puede subirte el alquiler por ello.
Eso sí, tienes dos deberes fundamentales. El primero, avisar al propietario lo antes posible. No vale callarse y esperar a que el problema se haga gigante. Si por no avisar de una pequeña gotera se inunda al vecino de abajo, podrías ser tú el responsable de los daños mayores. El segundo, encargarte de las pequeñas cosas del día a día: el grifo que gotea un poco, la manilla de una puerta que se afloja…Esas pequeñas batallas son tuyas.
Conocer tus derechos te da la tranquilidad de poder exigir un hogar en condiciones. Y conocer tus deberes te evita problemas y te convierte en el inquilino que todo propietario quiere tener.
Implicaciones prácticas para propietarios o inquilinos en Canarias
Muy bien, vamos a traducir el “abogadés” a la vida real en nuestras islas. ¿Qué tienes que hacer mañana si surge un problema?
- La pregunta del millón: ¿conservación o mejora? La ley distingue entre reparar lo que hay para que siga funcionando (conservación, paga el casero) y añadir algo nuevo para que la casa sea mejor (mejora, es otro tema). Cambiar unas ventanas de madera de 30 años que no cierran bien por unas de aluminio no es una mejora, es una necesidad. Es conservación. Arreglar un tejado con goteras es conservación. Poner un suelo de parqué nuevo cuando el anterior estaba perfecto solo por estética es una mejora.
- La comunicación es la reina. Inquilino, si hay un problema, notifícalo al propietario. Propietario, si te lo notifican, tienes que actuar. El mejor consejo que te puedo dar: que todo quede por escrito. Un email sirve, un WhatsApp puede valer, pero si la cosa se pone seria, un burofax es mano de santo. Las palabras se las lleva el viento, pero un burofax con acuse de recibo y certificación de contenido, queda para siempre.
- Inquilino, no te lances a reparar sin permiso. Salvo que sea una emergencia absoluta para evitar un daño mayor (por ejemplo: una tubería que revienta e inunda la casa), no puedes contratar a un técnico y pasarle la factura al casero. Primero, avisa. Si el propietario no responde, entonces puedes requerirle formalmente y, si sigue sin hacer caso, plantearte acciones legales o, si la obra es urgente, realizarla y luego reclamar el coste.
- Propietario, no puedes subir la renta por esto. Arreglar la casa para que sea habitable es tu obligación. No puedes aprovechar para subirle el alquiler al inquilino. Cualquier cláusula en el contrato que diga lo contrario es nula.
- Ojo con las obras largas. Si la reparación dura más de 20 días y te impide usar una parte de la casa (por ejemplo, un baño), como inquilino tienes derecho a una reducción del alquiler proporcional a la parte que no puedes usar. Y si la obra hace la casa inhabitable, puedes suspender el contrato o incluso rescindirlo.
Conclusión
Al final, todo se reduce a una mezcla de ley y sentido común. Conocer las reglas del juego hace que la relación entre propietario e inquilino sea más justa y transparente. No se trata de buscar culpables, sino de encontrar soluciones. Una buena comunicación y tener las cosas claras desde el principio es la mejor reparación que existe para evitar problemas futuros.
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