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Un contrato de alquiler es como un apretón de manos, un pacto entre dos partes. Uno cede el uso de su propiedad y el otro paga por disfrutarla. Pero, ¿qué pasa cuando una de las manos suelta el apretón? El texto que vamos a desgranar hoy es, ni más ni menos, el manual de instrucciones que la ley nos da para esos momentos. Es el “qué hacer si…” del mundo del alquiler. Y te interesa, seas quien seas en esta historia, porque saber las reglas del juego es lo único que puede evitar que una situación complicada se convierta en una auténtica pesadilla con final en los juzgados.
Te interesa como propietario
Vamos a hablar claro: tu casa o tu local son una inversión. Posiblemente, el fruto del trabajo de toda una vida. Y no es una ONG. La alquilas para obtener una rentabilidad, no para coleccionar dolores de cabeza.
Por eso, la ley se pone de tu lado cuando el inquilino no cumple con su parte del trato. Es tu red de seguridad. Este texto te dice, con todas las letras, cuándo tienes derecho a decir “se acabó” y recuperar lo que es tuyo.
¿Que no te pagan el alquiler o los gastos? Causa para resolver el contrato. ¿Que han metido a vivir a su primo o han montado un negocio sin tu permiso? Causa para resolver el contrato. ¿Que se han puesto a tirar tabiques sin consultarte o te están destrozando la propiedad? Causa para resolver el contrato. ¿Que montan fiestas cada noche o lo usan para cualquier cosa menos para vivir? Lo has adivinado: causa para resolver el contrato.
Conocer estas razones es tener el poder de actuar. Es saber que, si las cosas se tuercen, tienes la ley de tu lado para cortar por lo sano y proteger tu patrimonio.
Te interesa como inquilino
Pagas religiosamente cada mes. Cumples con tu parte. Lo único que pides a cambio es vivir tranquilo en un sitio que esté en condiciones. Tu casa es tu refugio, el lugar donde descansas, y tienes derecho a que lo sea.
Por eso, este resumen es también tu escudo. Porque la ley entiende que el propietario también tiene obligaciones, y no son pocas.
¿Qué pasa si el propietario no arregla esa humedad que se está comiendo la pared o el termo que dejó de funcionar en pleno invierno? La ley te da una salida: puedes resolver el contrato. ¿Y si el casero se dedica a hacerte la vida imposible, entra en la vivienda sin avisar o te molesta de cualquier otra forma? También puedes hacer las maletas y marcharte, pero con la ley en la mano.
No eres la parte débil si conoces tus derechos. Este texto te los pone sobre la mesa para que sepas que no tienes por qué aguantar situaciones injustas. Si el propietario no cumple, no estás atado a ese contrato.
Implicaciones prácticas para propietarios o inquilinos en Canarias
Muy bien, ya sabemos la teoría. Ahora vamos a la arena, a lo que de verdad importa en nuestro día a día en las islas.
Si eres propietario en Canarias:
- El contrato es tu Biblia: no te conformes con un modelo de internet. Deja bien claro qué se puede hacer y qué no. Especifica el uso (¿es para vivir o se puede trabajar? ¿Se admiten mascotas?). En Canarias, con el auge del alquiler vacacional, es crucial dejar meridianamente claro que el uso es de vivienda habitual para evitar sorpresas.
- Documenta todo: ¿el inquilino causa daños? Fotos y vídeos. ¿No paga? Guarda los extractos bancarios. ¿Le envías una notificación? Siempre por un medio que deje constancia, como un e-mail o un burofax. No actúes por impulso, no cambies la cerradura ni cortes los suministros. Eso te convertiría en el “malo” de la película y te traería problemas legales.
- Actúa rápido: ante el primer impago, notifica. No dejes que la deuda se haga una bola de nieve.
Si eres inquilino en Canarias:
- Comunica por escrito: ¿hay una avería importante? No te limites a un WhatsApp. Envía un correo electrónico o un burofax al propietario. Describe el problema y solicita la reparación. Es la prueba que necesitarás si la cosa se complica.
- No tomes la justicia por tu mano: que el casero no te arregle la persiana no te da derecho a dejar de pagar el alquiler. Si dejas de pagar, el que incumple eres tú, y tienes todas las de perder. Primero, reclama. Si no hay solución, entonces podrás explorar la vía de resolver el contrato.
- La fianza es sagrada: el propietario no puede quedarse con la fianza por la cara. La fianza está para cubrir posibles desperfectos al final del contrato, y punto.
Conclusión
Tanto si eres propietario como inquilino, un contrato de alquiler es una relación seria con unas reglas claras. Conocerlas no es una opción, es una necesidad para navegar con tranquilidad y evitar que un problema se enquiste. La ley ofrece salidas, pero el camino para tomarlas puede ser un laberinto.
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